
BIOGRAFÍA
Olivia Russell Marotti
Cantante, modelo, actriz y heredera del imperio Marotti. Olivia nació para brillar… y para incendiarlo todo a su paso.
Hija de Piero Marotti y Adeline Bauer, y hermana menor de Carmella Marotti, creció en un entorno de riqueza, expectativas y prensa constante. Desde niña fue diferente: brillante, emocional y rebelde. Mientras Carmella elegía el ballet y los estudios, Olivia soñaba con escenarios, libertad y hacer las cosas a su manera.
La hija dorada del imperio
Antes del caos, las portadas y los titulares… fue una niña feliz.
Olivia fue recibida como una promesa para el linaje Marotti. Todos la adoraban: la familia, el personal de la mansión, los huéspedes de los hoteles. Siempre tenía una sonrisa para dar y un corazón demasiado noble para su apellido.
Jugaba a las escondidas entre los pasillos de mármol del palazzo familiar o en los grandes salones de Marotti Privé, donde le encantaba correr con los tacones de su madre.
En los veranos, se la podía ver corriendo entre los viñedos de la Toscana con un vestido blanco y las manos llenas de uvas robadas.
Hay cajas llenas de fotografías donde posa como modelo frente al espejo, con coronas de flores y collares de perlas falsas. También existen decenas de videos donde canta encima de las camas, jugando a ser una rockstar, micrófono de cepillo en mano.
Estudió en los mejores colegios suizos, hablaba francés con acento perfecto desde los 9 años, y se inscribía en cada actividad extraescolar por simple amor al entusiasmo: equitación, ballet, esgrima, debate, canto y piano.
Dicen que tenía el don de hacer sentir especial a todo el que se cruzaba con ella.
No era solo la heredera: era luz. Era risa. Era magia de domingo por la tarde.
Y sin embargo, incluso los seres más brillantes pueden apagarse… si el mundo que los rodea comienza a oscurecerse.
La adolescencia dorada y las primeras grietas
Creció frente a cámaras, flashes y miradas que la esperaban siempre impecable.
Durante su adolescencia, Olivia se convirtió en el ejemplo perfecto: elegancia innata, modales impecables y talento para todo lo que intentaba. Brillaba en cada gala escolar, ganaba concursos de oratoria, y su técnica de ballet era tan refinada que fue aceptada en una academia de élite en Viena.
Era la embajadora no oficial del apellido Marotti en sus colegios: la invitaban a todos los eventos, sabía cuándo callar y cuándo sonreír.
En los veranos, posaba junto a su madre en editoriales de moda o acompañaba a su padre en aperturas de hoteles. Siempre en la portada… nunca en los márgenes.
Amaba la música alternativa, los poemas tristes de Sylvia Plath y los documentales sobre el alma humana.
Su habitación estaba decorada como la de una princesa, pero escondía una libreta llena de canciones escritas a mano, con letras que hablaban de vacío, presión y libertad.
Y aún así, empezaban a surgir pequeñas señales.
A veces desaparecía durante las cenas familiares, encerrada en el estudio con los audífonos a todo volumen.
Otras veces, llegaba a casa con los ojos rojos, diciendo que era “el cloro de la piscina”.
Se peleó con su profesora de canto por negarse a interpretar una canción que “no sentía verdadera”.
Fue captada por paparazzis saliendo por la puerta trasera de un club exclusivo de Berlín a los 17 años.
Nada grave. Nada definitivo. Solo pequeñas grietas… que nadie quiso ver como advertencias.
Porque a veces, cuando cargas con el peso de un apellido, lo último que se te permite… es ser simplemente una adolescente.
Juventud y primeros escándalos
Desde adolescente dio de qué hablar. A los 15 años, fue expulsada temporalmente de un internado en Suiza por organizar una fiesta secreta con invitados que incluían a jóvenes aristócratas, alcohol, DJ y cámaras de seguridad que "fallaron misteriosamente".
A los 17, protagonizó su primer escándalo público: en plena Semana de la Moda de Milán, abandonó una pasarela en la que iba a debutar, tras discutir con el diseñador y tirar al suelo una pieza de alta costura en backstage. "No soy un maniquí más en su colección", dijo entre gritos antes de irse en un Maserati conducido por un joven príncipe árabe.
Su rebeldía no fue solo un acto: era un grito por independencia en medio de una familia poderosa. Olivia desafiaba reglas, evitaba compromisos diplomáticos, y aunque intentó seguir la línea familiar, su talento artístico la llevó por otro camino.
Escándalos y excesos
En 2018, Olivia comenzó una relación con un futbolista suizo que jugaba en el Borussia Dortmund. Fue una relación intensa y breve, marcada por celos y rumores de infidelidad que terminaron con una pelea en un yate en Ibiza. La prensa lo cubrió todo.
Meses después, inició un romance con un misterioso empresario extranjero. Rico, elegante, y aparentemente perfecto… hasta que su primo André descubrió que el hombre estaba ligado a una red mafiosa internacional. Olivia lo dejó de inmediato, pero los medios se enteraron y los titulares hablaron de "otra Marotti envuelta con el crimen organizado".
Buscando paz, regresó a Italia para trabajar con su familia. Allí, el pasado regresó en forma de Dante Lombardi, nieto de un capo histórico. Junto a él y su primo Gabriel, Olivia y Carmella vivieron una etapa de excesos: fiestas, sustancias, fotos prohibidas, rumores, y finalmente… tragedia.
Dante chantajeó a Olivia con imágenes comprometedoras. Ella lo enfrentó, y él le disparó en el hombro. En su intento por escapar, chocó su auto y fue hospitalizada. La familia Marotti enterró el escándalo con su poder. Nada quedó en registros. Solo el recuerdo, y una profunda cicatriz.
Renacimiento y amor verdadero
En 2023, durante la inauguración del hotel familiar en Santorini, Olivia reafirmó su amistad con George Russell, piloto de Fórmula 1 de Mercedes. Sin pasado turbio ni doble agenda, George fue un refugio, un contrapunto. Con el tiempo, se enamoraron profundamente. Olivia retomó su carrera con fuerza y él se volvió su mayor apoyo. Ella lo acompaña a sus Grandes Premios; él asiste a cada estreno, cada concierto.
Santorini, su lugar especial, fue el escenario de su boda privada, rodeada de familia y mar.
Hoy
Olivia Marotti es sinónimo de resiliencia, arte y poder. Sigue siendo magnética, espontánea y un poco impredecible, pero ahora con un equilibrio que solo ella sabe mantener. Junto a Carmella expande los hoteles Marotti, compone música desde el alma, y vive con una mezcla de glamour y autenticidad difícil de ignorar.
Una diva moderna con el corazón en fuego y la mirada puesta en el cielo.